Materialidad y moralidad

La reforestación como solución a la crisis medioambiental en Irak

Vivimos en una época en la que el territorio del que extraemos los recursos no coincide con el territorio cartográfico que habitamos. Como arquitectos, somos en parte responsables del estado de ambos, ya que la elección de materiales para un edificio ubicado en un determinado lugar puede producir una serie de impactos perjudiciales en otro. Un claro ejemplo de ello es el uso generalizado del hormigón, descrito recientemente en un artículo de The Guardian como «el material más destructivo del mundo».

Esta elección de materiales provoca, a su vez, un impacto en las condiciones climáticas. Un material que afecte a la calidad del aire interior de un edificio concreto, puede haber contribuido durante su construcción a emisiones que afecten a la calidad del aire exterior en otro lugar. Se estima que, durante toda la vida útil de un edificio, los materiales generan un 55% de las emisiones de carbono.

De hecho, nuestras elecciones influyen en los flujos de capital correspondientes a un sistema subyacente basado en la extracción de recursos no renovables que acaban por desperdiciarse. En la mayoría de los países, la construcción supone de promedio entre el 5 y 10% del PIB ­—la medida actual del éxito económico basado en el valor de mercado de los bienes materiales producidos anualmente.

“¿Cómo podemos reconcebir lo que diseñamos para rediseñar lo que hacemos?”

En tanto que arquitectos y diseñadores, somos parcialmente cómplices del cambio climático debido al grado de influencia que ejercemos sobre la elección de materiales y componentes y, por extensión, sobre las infraestructuras que contribuimos a fomentar. Estamos involucrados en las perforaciones que se realizan, los gases de efecto invernadero que se liberan y los sistemas económicos a los que sirven.

En estos tiempos de acelerada degradación medioambiental, cambio climático y polarización de la riqueza, somos conscientes de que no podemos seguir haciendo las cosas igual que antes. Resulta patente que, en los mismos edificios que diseñamos, el solapamiento de moralidad y materialidad provoca una compleja serie de relaciones conflictivas. ¿Cómo podemos reconcebir lo que diseñamos para rediseñar lo que hacemos?

La participación de los usuarios en el diseño de edificios y en la elección de materiales ayuda en la transición hacia la construcción de ciudades más saludables.

La participación de los usuarios en el diseño de edificios y en la elección de materiales ayuda en la transición hacia la construcción de ciudades más saludables.

Rendimiento en lugar de producto

 Las tecnologías digitales nos permiten monitorizar en tiempo real el rendimiento de los componentes y materiales, y medirlos en relación con resultados específicos, como la calidad del aire. Mediante el diseño de sistemas de sensores vinculados a modelos de información de edificios (BIM en inglés), combinados con indicadores de salud humana menos cuantificables, podríamos diagnosticar el impacto acumulado de las propiedades de un edificio sobre su entorno inmediato y sus habitantes en el transcurso de los años. Es por ello que, en vez de elegir materiales que favorecieran la venta de un edificio como otro producto más, podríamos diseñar en función de un rendimiento que protegiera el medioambiente que necesitamos para progresar.

Valores en lugar de valor

El diseño de circuitos de retroalimentación eficaces entre rendimiento, política y diseño, propicia, a su vez, la relación entre las oportunidades de inversión y el rendimiento a largo plazo de nuestros edificios y ciudades. Mediante el uso de plataformas tecnológicas, los edificios podrían ser financiados por las partes implicadas, las cuales invertirían y se beneficiarían de los objetivos fijados para el propio edificio, el vecindario o la ciudad. De este modo, el valor ya no se definiría en función del coste de un edificio y sus materiales, sino en función del ahorro futuro.

Los equipos de UNS Product y UNS Knowledge han desarrollado una pintura ultraduradera y ultrablanca —The Coolest White— en colaboración con Monopol Colors. Este recubrimiento aplicado a los elementos de la fachada permite desviar el exceso de radiación solar. De este modo, el rendimiento medioambiental de este material podría aprovecharse para reducir el consumo energético, al disminuir la necesidad de refrigeración mecánica interior. Foto cortesía de UNStudio.

Los equipos de UNS Product y UNS Knowledge han desarrollado una pintura ultraduradera y ultrablanca —The Coolest White— en colaboración con Monopol Colors. Este recubrimiento aplicado a los elementos de la fachada permite desviar el exceso de radiación solar. De este modo, el rendimiento medioambiental de este material podría aprovecharse para reducir el consumo energético, al disminuir la necesidad de refrigeración mecánica interior. Foto cortesía de UNStudio.

Sistemas circulares en lugar de flujos lineales

La pragmática del diseño basado en los resultados ha sido descrita, recientemente, por la Ellen MacArthur Foundation como un sistema que comprende tres principios de la economía circular: un sistema diseñado para eliminar las emisiones de CO2 y reducir los residuos mediante ciclos de reciclaje que resulten posibles gracias a los nuevos materiales; los sistemas de energía y los instrumentos financieros apoyados por la industria, las instituciones y el gobierno.

El primer principio es preservar y alargar la vida de lo existente, lo que nos permite definir los servicios —como el suministro de luz— en lugar de los equipos que los generan. En este caso, el suministro y mantenimiento de los componentes siguen siendo competencia de los proveedores del servicio, distribuyendo así el riesgo y la responsabilidad entre las partes implicadas.

El segundo principio es el tratamiento de los residuos como materia prima, fomentando así el diseño para su desmontaje. Todos los materiales y componentes utilizados en un edificio se etiquetan en un documento llamado pasaporte de materiales, disponible a través de plataformas de acceso abierto. Ello facilita la recuperación y reventa de las partes materiales al final de la vida útil del edificio.

El tercer principio se centra en las energías renovables y la regeneración de los sistemas naturales, pasando de un paradigma de escasez a otro de abundancia de recursos, a partir de un nuevo planteamiento de nuestra relación con el medioambiente.

La arquitectura como medio, no como fin

Como arquitectos, podemos cambiar de perspectiva al pasar de un diseño de productos a otro de resultados, al servicio de un futuro mejor. ¿Pero de quién es el futuro del que hablamos? No existe una hoja de ruta universal que podamos seguir o en la que estemos todos de acuerdo.

UNStudio cuenta con equipos de diseño en Ámsterdam, Hong Kong, Shanghái y Frankfurt. En cada uno de estos lugares existe un sinfín de necesidades, intereses y visiones que se entrecruzan y a menudo entran en conflicto. A medida que Ámsterdam se aproxima a su objetivo de convertirse, en 2050, en una ciudad completamente circular, debemos tener presente que una transformación de esta envergadura exige no solo una infraestructura, sino también una normativa concreta, inteligible y pública, capaz de permitir la convivencia de visiones distintas. Si nos planteamos el diseño de proyectos más como un medio que como un fin, podremos trabajar juntos para construir un futuro más equitativo y ambientalmente justo.

Lili Carr es coautora de este artículo, siendo diseñadora del departamento de estrategia de UNStudio, UNS Futures.

Imagen principal: El proyecto de UNStudio para la sede de Booking.com, que actualmente se construye en Ámsterdam, reutiliza algunos de los cimientos preexistentes como pilotes in situ y utiliza hormigón granulado procedente del mercado holandés-alemán como agregado en parte de los cimientos y de la estructura principal. Foto cortesía de UNStudio.